EDUCACIÓN EMOCIONAL PARA NIÑOS Y FAMILIAS
¿Qué es la disciplina positiva y la crianza faro?
Empecemos por ver qué es la disciplina positiva. Es un método educativo y de crianza que se basa en la comunicación y la firmeza con amabilidad. Apoya la autonomía, autoestima y responsabilidad en los niños a largo plazo. La visión es educar sin castigos ni gritos, fomentando el respeto mutuo y la conexión emocional para que niños y niñas crezcan seguros y capaces de tomar buenas decisiones por sí mismos.
Y la crianza faro es complementaria a esta visión, convirtiendo a los padres y madres un referente estable y claro de forma consciente para los niños, guiándolos con coherencia, empatía y apoyo constante, como un faro que ilumina su camino en un entorno seguro y afectuoso, pero que no les resta autonomía ni capacidad.
La importancia de educar (y educarnos) en habilidades sociales y emocionales
Desarrollo integral de niños y niñas
La educación en habilidades sociales y emocionales es un pilar clave en el desarrollo integral de nuestros peques, ya que permite que los niños aprendan, entre otras, a:
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Identificar, reconocer, expresar y gestionar sus emociones adecuadamente.
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Desarrollar y emplear de forma consciente empatía y respeto hacia los demás.
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Entender el conflicto como una parte más de las relaciones y resolverlos de manera efectiva y pacífica.
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Promover la cooperación y el sentido de pertenencia e importancia del niño o niña en la familia y la comunidad en la que vive y se desarrolla.
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Tomar decisiones conscientes, responsables y positivas basadas en sus valores y entendiendo la emocionalidad que las rodea.
Estas habilidades son la básicas para que los niños se conviertan en adultos emocionalmente saludables y socialmente competentes. Así que son básicas en realidad para cada persona, y su gestión emocional y desarrollo social.
Fortalecimiento de la relación padres-hijos
Para que el apoyo a este desarrollo social y emocional sea efectivo, es imprescindible que los padres también trabajemos en nuestras propias habilidades emocionales y en la forma en la que entendemos y nos comunicamos con nuestros hijos. Por ello, la crianza faro propone, por ejemplo, que:
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Los padres seamos un modelo coherente y paciente. Es decir, que lo que trasladamos a nuestros hijos sea coherente con nuestros actos.
Decirle a tus hijos que no griten mientras tú les gritas, por ejemplo, no traslada coherencia. Y es algo habitual cuando los adultos perdemos la paciencia.
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Se fomente un ambiente de respeto mutuo en todos los entornos, donde los niños se sientan escuchados y valorados.
La típica frase que tanto se escucha: «los niños no sabéis de esto, deja hablar a los mayores», no es respetuosa.
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Se establezcan límites firmes pero amables que guíen el aprendizaje sin generar miedo o resentimiento.
Establecer un límite acompañándolo de una amenaza no es un límite, sino coacción.
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Se priorice la conexión antes que la corrección, buscando entender las causas de las conductas para acompañar y guiar con empatía.
Si no entendemos realmente por qué nuestro hijo está haciendo algo, podremos corregir el momento, pero no enseñaremos ni aprenderemos nada y seguramente volveremos a la misma situación.
Estrategias prácticas para educar habilidades sociales y emocionales
Todo lo que hemos hablado es estupendo pero… ¿cómo podemos hacerlo en el día a día? Te doy slgunas claves que pueden serte de utilidad en algunas áreas importantes.
Comunicación efectiva y escucha activa
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Usar frases que validen las emociones del niño como “Veo que estás molesto, cuéntame qué te pasa”.
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Evitar corregir únicamente o minimizar sentimientos; en su lugar, escuchar, explicar, ofrecer apoyo y guía.
Resolución de conflictos adecuada
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Enseña a tu peque a identificar el problema de fondo, a pensar en posibles soluciones y escoger la mejor para todos.
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Practica el diálogo respetuoso, con escucha real y validación emocional, y evita la imposición autoritaria que cierra el diálogo y nos separa emocionalmente.
Refuerzo positivo y motivación
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Reconoce los esfuerzos de tu peque y sus logros con palabras y hechos.
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Evita no solo los castigos, sino también los premios materiales que puedan condicionar la motivación intrínseca. Que aprendamos a lograr objetivos por nuestra propia motivación mejora la capacidad y la autoimagen, y también la responsabilidad y el compromiso con uno mismo.
Autonomía y responsabilidad
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Da las oportunidades para que los niños tomen decisiones adaptadas a su edad. Que sean nuestros hijos no significa que no puedan tomar decisiones, lógicamente adaptadas a su desarrollo.
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Fomenta el sentido de pertenencia a la familia y de valor dentro de la misma incluyendo a los niños en actividades familiares y en las decisiones cotidianas que puedan tomar.
No, la educación emocional no es solo cosa de niños y niñas
Antes hablábamos de la coherencia, y es importante recordar que esta coherencia también impica que las familias (las personas adultas de la familia) tomemos consciencia y apliquemos esta educación emocional en nosotros mismos. Los mismos beneficios que pueden tener nuestros hijos e hijas los disfrutaremos nosotros en nuestras relaciones no solo familiares, sino sociales en general.
Las personas estamos en constante crecimiento y evolución, no solo los niños crecen.
Sí, la disciplina positiva y la crianza faro tienen beneficios en la educación emocional
Es importante entender que NO existen métodos de crianza o educativos que vayan a darnos un resultado cerrado y concreto, pero sí que favorecen ciertas habilidades y capacidades que apoyan el desarrollo y felicidad de nuestros peques, y de toda la familia.
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Personas más seguras, autónomas y empáticas.
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Reducción y mejor manejo del estrés y los conflictos familiares y sociales.
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Mejora en la comunicación y conexión emocional dentro y fuera del núcleo familiar.
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Preparación activa para afrontar los desafíos y decisiones de la vida con resiliencia y buen juicio.
La disciplina positiva y la crianza faro son herramientas poderosas para educar y educarnos en habilidades sociales y emocionales que transforman la relación familiar y social, y apoyan a los niños y niñas para un desarrollo armónico. Educar en positivo no solo beneficia a los niños, sino también fortalece a los padres, convirtiendo la crianza en un proceso de aprendizaje y crecimiento mutuo.
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Bea Ayudaparafamilias.es
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